NEGACIONISMO
"El negacionismo es, en sentido estricto, el estadio supremo del genocidio" Bernard-Henri Lévy
En esta sección nos proponemos interrogar a los ideólogos y las ideologías que nutrieron teóricamente al nazismo
y sentaron las bases de las políticas implementadas por el régimen nacionalsocialista.
La derrota del régimen no implicó la desaparición absoluta de las ideas sino la re significación de las mismas.
ANTIJUDAÍSMO MEDIEVAL: En la edad media surgió un antijudaísmo con características propias basadas en el odio a los judíos. Esta ideología se asentó en estereotipos y prejuicios que se incrementaban en épocas de tensiones sociales y cuando era necesario encontrar un chivo expiatorio sobre el que volcar todas las culpas:
Los judíos fueron acusados de:
La actitud hacia los judíos osciló a lo largo de la Edad Media entre la coexistencia pacífica y la persecución violenta. Ya a fines del Siglo XI, con el inicio de las Cruzadas la situación de las comunidades judías a lo largo del Rio Rhin comenzó a agravarse, producto del fanatismo con que se situaba a los judíos como asesinos de Cristo y a los que había que castigar. A mediados del siglo XIII, la violencia llegó a su apogeo coincidiendo con las crisis bajomedievales.
La divulgación de estas ideas, acusaciones y difamaciones se realizaron a través de diferentes expresiones como discursos, prédicas y manifestaciones artísticas como las pictóricas y arquitectónicas. Un rol principal tuvo la Iglesia Católica. Frisos, techos y pilares de las iglesias se transformaron en un medio propagandístico ante una sociedad rural y analfabeta. A esto se sumaron los sermones semanales de los miembros del bajo clero.
En la era moderna el antisemitismo destacó los aspectos sociales, económicos y políticos de la existencia de los judíos. El antisemitismo moderno otorgó al odio antijudío tradicional nuevas características y dinamismo, por medio de las teorías raciales desarrolladas desde mediados del siglo XIX y popularizadas en los países europeos.
El término «antisemitismo», que señala a los judíos como miembros de un grupo racial único, y no como personas que denotan una fe determinada o pertenecen a una nación diferente, fue introducido por primera vez en el discurso público en Alemania en los años setenta del siglo XIX.
El término “Antisemitismo” comenzó a utilizarse en la década de los setenta del siglo XIX. Este concepto marcó una gran diferencia con las características del odio antijudío anterior. El siglo XIX se distingue por el proceso de modernización y sus detractores ven en los judíos un importante protagonismo peligroso. El antisemitismo moderno hizo uso tanto de la teoría de las razas como del darwinismo social.
Friedrich W. Marr introdujo la palabra en el léxico político y utilizó este neologismo para frenar la emancipación judía en Alemania. Otros ideólogos incorporaron el concepto de antisemitismo en movimientos políticos. Entre ellos, podemos nombrar a Heinrich von Treitschke, Richard Wagner, H. Stewart Chamberlain, Adolf Stocker, Bruno Bauer, EugineDuhring, George von Schonerer y Paul De Lagarde.
Estos detractores veían a los judíos como conspiradores secretos contra la sociedad que intentaban dominar el mundo, no deberían haber conseguido la emancipación. Esta versión se expresaba en Los Protocolos de los Sabios de Sion, falsificación creada y difundida en la Rusia zarista.
La teoría pasó a la práctica a través de disturbios y progroms (ataques violentos contra la población judía iniciados en Rusia a fines del siglo XIX), pero también en confabulaciones acerca de la “supuesta” traición tales como el caso Dreyfus en Francia.
El fin de la Shoá y la II Guerra Mundial no significó el fin de las ideologías y prácticas antisemitas. Se coincide en pensar en un neoantisemitismo o nuevo antisemitismo entendido como el resurgimiento internacional de ataques contra los judíos.
Este nuevo antisemitismo se reconstruye utilizando antiguos componentes ideológicos: la discriminación racial o el mito de la dominación mundial, agregando la banalización y negación del Holocausto, y la creación del Estado de Israel como un nuevo argumento en contra de los judíos.
La primera mitad del siglo XX fue denominada por el historiador inglés Erick Hobsbawm “la era de las ideologías” que intentaban dar respuesta a los problemas del hombre. Comunismo, socialismo y fascismo signaron esta etapa. Y con ellos, el antisemitismo político y el nacionalismo.
Con el fin de la I Guerra Mundial, los vencidos y las democracias débiles surgidas posteriormente, permitieron la institucionalización de estas ideologías en partidos políticos tales como el Partido Obrero Alemán Nacional Socialista (1921), donde comenzó a desarrollar sus actividades Adolfo Hitler, entre otros.
La ideología nacional – socialista se sustenta en una cosmovisión (weltanschauung) constituida por la teoría del espacio vital (expansión territorial) y la teoría de la raza en su versión más radicalizada, la pureza de la sangre, la imagen del judío como la “antítesis absoluta del ario” y de grupos que “debilitaban la raza “aria” (gitanos, negros, homosexuales, etc.)
Durante la Edad Media, la difusión de las ideas y del conocimiento estuvo restringida a pocas personas. El arte como lectura del iletrado se enseñaba simplemente a través de la vista. En esto, la Iglesia tuvo una gran influencia en la vida cotidiana y las acciones de las personas estaban estrechamente ligadas a las normas religiosas. Posibilitó el afianzamiento de una particular interpretación del mundo, diseñado y ordenado según los designios de Dios. Esta interpretación se sostenía con una gran iconografía materializada en interiores de iglesias, frisos y monumentos, como otras expresiones artísticas (obras de teatro, relatos, canciones, trovas y pinturas).
En la etapa siguiente comenzaron a propagarse las ideas escritas de la mano de la imprenta. Este proceso iniciado se objetivó en la difusión de la información y del conocimiento.
En el siglo XIX, con el crecimiento de los periódicos se afianzó el “cuarto poder”. La llegada de la prensa dirigida a amplios sectores de la población estableció el marco de un debate sobre el surgimiento de una democracia basada en la opinión pública. La difusión de las ideas se plasmó en periódicos de diferentes ideologías, y el antisemitismo político no descartó su uso.
En los albores del siglo XX, se sumaron la prensa, el cine y la radio. Y estos medios de comunicación, posibilitaron el uso de la propaganda como una técnica de presión social destinada a lograr en los individuos determinadas formas de pensar o actuar.
La propaganda o publicidad política es un mensaje que busca influir en el sistema de valores del ciudadano y en su conducta con un discurso persuasivo.
La difusión de una ideología y la influencia que es lograda por la propaganda, permite el desarrollo fácil de su implementación en la práctica. Muchos regímenes la utilizan y la ideología nacional socialista no escapó a este mecanismo.