
DETALLE
La temática de la enseñanza del Holocausto implica una forma más de las políticas del Ministerio de Educación hacia la profundización del respeto por la democracia, la justicia y los derechos humanos, a partir de la reflexión sobre un hecho liminar de la cultura occidental. ¿Cuáles son los ecos del Holocausto en la Argentina? ¿Qué nos dice el Holocausto acerca de nuestra propia experiencia límite? Como señalamos al principio, ambos procesos históricos representan puntos sin retornos en la historia política y cultural del hombre. Entre 1976 y 1983, el Estado terrorista argentino desarrolló una política sistemática de persecución y aniquilamiento que en numerosos puntos permite comparaciones con el Holocausto. Por otra parte, algunos autores ven continuidades entre este y la experiencia argentina, mientras otros se resisten a la comparación. Lo indudable es que, en la experiencia de víctimas y perpetradores, las referencias a la experiencia de los campos nazis –vivida o recordada en tanto transmitida- para evocar la propia es innegable. También hay testimonios de sobrevivientes acerca de la simbología y la ideología nazis presentes en los campos clandestinos argentinos. En los primeros años de la post dictadura las referencias al horror nazi fueron recurrentes para describir la experiencia argentina y, recientemente, un documental sobre el Juicio a las Juntas (1985), se tituló El Nuremberg argentino, en alusión al juicio contra los jerarcas nazis tras el final de la Segunda Guerra Mundial.
Probablemente el mayor punto de cercanía radique en lo que sostiene Pilar Calveiro, sobreviviente ella misma a esta maquinaria: “No hay campos de concentración en todas las sociedades (…) No existen en la historia de los hombres paréntesis inexplicables. Y es precisamente en los períodos de ‘excepción’, en esos momentos molestos y desagradables que las sociedades pretenden olvidar, colocar entre paréntesis, donde aparecen sin mediaciones ni atenuantes los secretos y las vergüenzas del poder cotidiano. El análisis del campo de concentración, como modalidad represiva, pude ser una de las claves para comprender las características de un poder que circuló en todo el tejido social y que no puede haber desaparecido. No menos ilusorio es que la sociedad civil suponga que el poder desaparecedor desaparezca, por arte de una magia inexistente”.[1]
No todas las sociedades producen campos de exterminio. Por lo tanto, interrogarnos acerca de las condiciones que los hicieron posibles se transforma para nosotros en una responsabilidad, en tanto educadores y ciudadanos. Es en este sentido que reflexionar sobre una experiencia como el Holocausto puede arrojar luz sobre el caso argentino. A la inversa, la experiencia argentina, tanto de padecimiento como de autojuzgamiento y reparación, puede aportar luces a las miradas internacionales sobre los genocidios. Y desde ambas experiencias, se puede también avanzar en la comprensión de procesos semejantes en otras regiones del mundo y diferentes momentos históricos.
PROPUESTA DIDÁCTICA
HOLOCAUSTO: PREGUNTAS, RESPUESTAS Y PROPUESTAS PARA SU ENSEÑANZA
AUTOR
Ministerio de Educación
Presidencia de la Nación Argentina