
Durante la Shoá, aproximadamente 30,000 hombres y mujeres judíos lucharon contra los alemanes en unidades organizadas de resistencia armada. Establecieron campamentos secretos en las profundidades de los bosques y montañas y se escondieron debajo de la paja en los establos proporcionados por agricultores amigables. Buscaban comida para comer, ropa y combustible para mantenerlos calientes en los brutales inviernos polacos y rusos, o en los climas fríos y húmedos del oeste. A pesar de estas dificultades, encontraron formas de devolverle el golpe a sus posibles asesinos, interrumpir las entregas de alimentos, sabotear las centrales eléctricas y las fábricas, y volar los trenes enemigos.